22/4/15

Mitos y verdades sobre los juicios por jurado

Por Argentina sin Juicios por Jurado

Desmitificando las mentiras de los "juradistas"

El juicio por jurados es promovido por sus partidarios a través de enunciados falaces que carecen de todo correlato con la realidad: verdaderos slogans fabricados para sostener el mito de un sistema de enjuiciamiento fracasado, perverso e irracional.

Mito: El juicio por jurados es el sistema más democrático.

Verdad: Los miembros del jurado no son el pueblo ni han sido elegidos por el pueblo. De hecho, es el sistema más anti-democrático que existe. Nadie sortea a las personas que lo habrán de representar, porque eso no es democracia: es la tiranía del azar. Un presidente sorteado, si resulta neonazi, perseguirá a los judíos, a los extranjeros, a los "cabecitas negras". Un legislador sorteado, si es un fanático religioso y homofóbico, reprimirá la herejía y la homosexualidad. Un jurado sorteado, si es perverso, apocado o inmoral, absolverá a un culpable o condenará a un inocente.

Mito: El juicio por jurados permite la participación ciudadana.

Verdad: Se confunde la participación ciudadana con el descontrol ciudadano. ¿Usted designaría presidente por sorteo en el padrón electoral? ¿Usted dejaría la administración de los hospitales del país en manos una persona sorteada en el padrón electoral? ¿Usted daría el presupuesto anual de obras públicas a una persona escogida por sorteo en el padrón electoral para que lo administre? Descontrol ciudadano no es lo mismo que participación ciudadana.

Mito: La intervención de la población en los jurados es una escuela que enseña a la ciudadanía.

Verdad: El ámbito para aprender son los colegios y las universidades, y no los estrados judiciales. Doce personas dentro de un quirófano no aprenden medicina, sino que ejecutan un paciente. Doce personas en un estrado no aprenden derecho, sino que ejecutan al imputado o a la víctima. El juicio por jurados es una pésima escuela para la población, porque es la escuela de la ignorancia, la arbitrariedad, la irresponsabilidad y la injusticia. Una mejor enseñanza para la población creo que sería que el saber es una virtud y quien desee intervenir directamente en la res publica debe estudiar mucho y especializarse.

Mito: El juicio por jurado es el mejor sistema de juzgamiento.

Verdad: El juicio por jurado en el proceso penal es un sistema fracasado en todo el mundo. No funciona ni siquiera en Gran Bretaña y EE.UU, donde apenas entre un 1% y un 3% de las causas se juzgan a través de jurados. Además, en EE.UU. se contabilizan más de 100 condenas erróneas por año por culpa de los jurados. Es un sistema fracasado en Argentina, ya que en Córdoba sólo un 2% de las causas se juzgan por jurados. Es un sistema fracasado en España, donde ya quieren deshacerse de ellos, y ha ocasionado errores judiciales graves, como el caso Wanninkhof

Mito: Un jurado está tan capacitado como un juez para impartir justicia.

Verdad: La población no es académica, y sólo podría tener un buen desempeño en casos simples. Donde la cuestión se complica, un jurado normalmente no entiende la prueba que se expone, no logra hilar un razonamiento con otro, no sabe distinguir lo principal de lo accesorio, no puede fallar rectamente. Los jurados, por su falta de hábito, de tiempo y de responsabilidad, por su inexperiencia en estas materias, y por los negocios y obligaciones diferentes que los tienen preocupados, no se hallan por lo común en estado de examinar y resolver las graves dificultades que ocurren en los juicios, ni de meditar sobre el valor de las pruebas, ni de prestar una atención sostenida en los debates, viéndose por lo tanto en el peligro permanente de caer en errores lamentables.

Mito: El jurado nunca se equivoca.

Verdad: Uno que no sabe sobre alguna materia, es normal que se equivoque. Doce que no saben (el jurado) sobre la ciencia penal, también es normal que se equivoquen. Ciertamente no es fácil establecer en el caso si el jurado se ha equivocado o no, porque el jurado no fundamenta su decisión (condena o absuelve porque sí) y, a diferencia de la medicina, que expone el error con el paciente muerto, el derecho penal expone el error con un imputado que clama su inocencia o una víctima que reclama justicia, a los que nadie escucha ni da respuestas.

Mito: El jurado resuelve sobre los hechos y no sobre derecho, por lo que no hace falta que sean juristas.

Verdad: Para saber si hubo legítima defensa, se debe saber cuáles son los requisitos fáctico-jurídicos para que ella exista (p.ej. agresión ilegítima). El jurado que no sabe (ni se le puede enseñar en unos minutos), no puede resolver sobre si esos extremos fáctico-jurídicos concurren o no en el caso. Lo mismo se aplica a todos los verbos típicos y a todas las circunstancias agravantes o atenuantes, ya que los tipos penales hacen una selección de los hechos que son relevantes para el juzgamiento, que son conocidos por los juristas, pero ignorados por los legos. Si el jurado sólo entiende sobre hechos, entonces ¿por qué se excluyen a los abogados del jurado? Conclusión: no es posible valorar hechos, sin valorar derecho.

Mito: El juicio por jurados es el sistema más progresista y moderno.

Verdad: El juicio por jurado es el sistema más retrógrado y primitivo. Las constituciones de EE.UU. y Argentina (de fines del siglo XVIII y mediados del siglo XIX) establecían juicios por jurado en épocas donde tampoco había un acabado desarrollo de la ciencia penal (en el siglo XIX el desarrollo era mayor, lo que explica que en Argentina finalmente nunca se haya aplicado el sistema). En esa misma época, también era lo mismo poner la atención de un paciente en manos de un médico o de una persona común, ya que la ciencia médica era un conjunto de prácticas supersticiosas (se creía que el cuerpo estaba dominado por los "humores" cuyo desequilibrio producía las enfermedades). Actualmente, poner un paciente en manos de un lego es completamente absurdo, dado el avance de la ciencia médica. Igual de absurdo es poner a un imputado en manos de legos, ya que la ciencia penal ha logrado  avances científicos tan significativos como los de la medicina. Hacer juzgar a gente inexperta, en lugar de los jueces doctos, no es modernidad ni progresismo: es liso y llano oscurantismo.

Mito: Si cualquiera puede ir a la guerra, también cualquiera puede integrar un jurado.

Verdad: No es cierto que cualquiera pueda ir a la guerra. Ir a la guerra debe quedar en manos de profesionales, debiéndose evitar involucrar a civiles en temas militares. El resultado de enviar soldados no profesionales a la guerra es el mismo que poner el juzgamiento en manos de personas no versadas en derecho: se combate mal y se juzga mal. Actualmente hay servicio militar profesionalizado, que es lo que debe ocurrir. Si en el pasado reciente se enviaron civiles a pelear, cúlpese a la necedad de quienes tomaron esa decisión. Incluso antes de enviar un recluta a la guerra, se lo entrenaba (deficientemente) con una conscripción que duraba alrededor de uno o dos años. En cambio, las instrucciones al jurado ¿cuánto duran? ¿diez minutos? Los civiles no deben ir a la guerra, porque no están preparados ni capacitados para las contiendas modernas. La población en general no debe juzgar, porque no está capacitada para hacerlo. Ni cualquiera puede ir a la guerra, ni cualquiera puede juzgar.

Mito: Si cualquiera puede votar, también cualquiera puede integrar un jurado.

Verdad: Hay una notable diferencia entre votar y juzgar. Cualquier persona de recto juicio intelectual lo puede apreciar. El Estado no es mío, suyo, ni del vecino, sino que es de todos, por lo que resulta razonable que a través del voto, todos decidamos el destino del Estado. Es cierto que todos somos más o menos ignorantes en las cuestiones que hacen al mejor gobierno, pero si nos equivocamos ―que es lo que frecuentemente ocurre― no nos podemos quejar: todos decidimos sobre lo de todos, y nadie puede alegar su propia torpeza. Pero la libertad del reo no es mía, suya, del vecino, ni de nadie más salvo del imputado. Y los derechos de la víctima tampoco son míos, suyos, del vecino, ni de nadie más que de la víctima. No decidimos sobre lo de todos, sino sobre la vida y libertad del acusado y sobre los derechos de la víctima. Nuestra equivocación habrá de padecerla otro, que tranquilamente puede alegar en su descargo nuestra torpeza, la cual no le es en nada imputable. El encausado y la víctima tienen derecho a que juzgue alguien que sabe de justicia y el Estado tiene la obligación de poner el juzgamiento en manos de personas letradas, adiestradas y expertas.

Mito: Si alguien puede criar a sus hijos, también puede ser jurado.

Verdad: Hay una diferencia notable entre criar hijos y juzgar. La crianza de un niño se vincula con el afecto que debe recibir el niño, siendo los padres las personas en mejor posición para brindarlo. El juzgamiento de las personas no es una actividad meramente emotiva, sino que es primordialmente intelectual. Téngase en cuenta que en la crianza de un hijo, cuando los padres requieren conocimientos especiales, pueden recurrir a la ayuda externa (p.ej., pediatras, escuela, psicólogos, profesores particulares, etc.), mientras que el jurado no puede suplir su falta de capacitación con nadie. La crianza y el juzgamiento son actividades de muy distinta índole. Un excelente padre o madre puede ser un pésimo juez, porque el amor que requiere la paternidad no cumple un papel preponderante en la judicatura.

Mito: Los juicios por jurados evitan que "los delincuentes entren por una puerta y salgan por la otra".

Verdad: El juicio por jurados es extremadamente lento y hace posible una mayor cantidad de excarcelaciones de delincuentes que, por la mora judicial, no alcanzan una sentencia firme. El juicio por jurados, tal como se implementa en el país, promueve la impunidad. Ningún "juradista" jamás ha propuesto resolver las excarcelaciones y las libertades condicionales a través de jurados populares. ¿Acaso será que no creen que "el pueblo" esté capacitado para resolver sobre la libertad de los delincuentes?

Mito: La "corporación judicial" le tiene miedo a los juicios por jurado.


Verdad: Lejos de tenerle miedo, lo triste y cierto es que los proyectos de juicio por jurados han siendo promovidos y avalados por los Colegios de Magistrados provinciales, por algunos de los jueces de los tribunales superiores de cada provincia y por ciertos magistrados (jueces, fiscales y defensores) interesados en su implementación. Los mayores reparos a la implementación de los juicios por jurado surgen, aunque usted no lo crea, por fuera de la "familia judicial".

Suma Verdad: Es hora de replantearse la necesidad de implementar el juicio por jurados. Se desinforma a la población prometiéndole un sistema de juzgamiento superador y progresista. La verdad es que el juicio por jurados es lento, caro, antidemocrático, oscurantista, proclive al error judicial y ha fracasado en todo el mundo.

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