30/9/16

El juicio por jurados es puro marketing

Por Argentina sin Juicios por Jurado

El juicio por jurados es un pésimo maquillaje para la justicia

Los titulares periodísticos, sobre la base de encuestas realizadas a los jurados bonaerenses, dicen: “Nueve de cada diez personas que participaron en el juicio por jurados cambiaron positivamente su percepción sobre la justicia y la calificaron como buena o muy buena”.

La pregunta obligada es: ¿qué esperaban? ¿Cuántos miembros del jurado habrían ser tan autocríticos como para afirmar, luego de haber sido ellos quienes dictaron el veredicto en un juicio, que la administración de justicia es mala o muy mala?

Los jurados podrán irse muy conformes a sus casas, pero es muy necesario preguntarnos: ¿el juicio penal se realiza para impartir justicia o para conformar a la gente?


Lo que las notas periodísticas no aclaran es que se van satisfechos los jurados... ¡qué asistieron a la convocatoria! La realidad es que sólo el 20% de los ciudadanos convocados asisten espontáneamente para ser los jurados. ¿Y el 80% restante que no comparecieron para integrar el jurado? Seguramente muy contentos no les dejó la citación. Pero encuestar a estar personas no es una opción, porque ¡revelaría el fracaso del sistema!

Y del 20% de los ciudadanos que asistieron, en promedio la mitad es descartada en la selección del jurado o actúa como jurado suplente y no participa en la deliberación. ¿Qué creen que pueden pensar de la justicia estas personas que fueron convocadas y comparecieron inútilmente? A ellas tampoco nadie les pregunta nada. Como se ve, las encuestas son mentirosas y sesgadas. 

La preguntas obvias son: ¿Qué valor podría tener una encuesta realizada al 10% de los que asistieron voluntariamente y tuvieron la fortuna de participar como jurado? ¿La inasistencia del 80% de los convocados acaso no es un dato mucho más elocuente que lo que opinen ese 10% remanente?

El juicio por jurados es puro marketing. Es un maquillaje demagógico concebido para conformar a la ciudadanía y contentar a los medios de comunicación con slogans vacíos y mentirosos como: “ahora juzga el pueblo”. No tiene la finalidad de mejorar la justicia (a la cual se la degrada en extremo) sino la de tratar de dar legitimidad a cualquier decisión que se tome (aunque sea aberrante).

Las encuestas preguntan a los miembros del jurado qué imagen se llevan de la justicia. ¿Acaso preguntan lo mismo al imputado? ¿Qué ocurrirá el día que el jurado popular condene a un inocente como sucedió en España con el caso Wanninkhof? ¿Tendrá alguna importancia para el inocente injustamente condenado que el jurado se lleve una imagen más positiva de la justicia? ¿No es algo perverso que el jurado se lleve una mejor imagen de la justicia precisamente cuando acaba de ejecutar a un inocente?

Preguntan a los miembros del jurado qué imagen se llevan de la justicia. ¿Acaso preguntan lo mismo a la víctima? ¿Qué ocurrirá el día que el jurado popular absuelva a un culpable, siendo que se le niega a la víctima la posibilidad de recurrir el veredicto del jurado¿Tendrá alguna importancia para la víctima privada de justicia que el jurado se lleve una imagen más positiva de la justicia? ¿No es algo perverso que el jurado se lleve una mejor imagen de la justicia precisamente cuando acaba de facilitar la impunidad a un culpable?

Si de víctimas se trata, en la provincia de Neuquén nadie ha preguntado a los familiares de Ailín García qué imagen se llevan de la justicia. Ellos no sólo proclaman que fueron privados de justicia, sino que además nadie los escucha. Tampoco nadie ha preguntado a los familiares del pequeño Rodrigo Gallardo qué imagen se llevan de la justicia. A ellos no sólo le cercenaron la posibilidad de revisar una sentencia absolutoria que consideraban injusta por sospecha de miedo por parte del jurado, sino que además al padre le quedó la amarga sensación de que experimentaron con la muerte de su hijo. Y nadie preguntó a la madre de Mónica Huircaleo qué opina de la justicia, luego de que un jurado popular considerara que Lautaro González, su concubino golpeador, no tuvo intención de matarla cuando le disparó a la cabeza. Y a nadie le importa lo que opina de la justicia Laura Soto, quien con los ojos colmados de lágrimas criticó el veredicto no condenatorio del jurado popular en el juicio por el homicidio de su hermano Raúl Fernando Guiñe y no deja de preguntarse: ¿en manos de quiénes estamos?


En la provincia de Buenos Aires, nadie preguntó qué imagen se llevaron de la justicia a los familiares de la niña víctima del abuso sexual por el que fue absuelto Nelson Martín Alsina, quienes expresaron indignación por el veredicto del jurado. Tampoco se le pregunta nada a la mamá de la niña supuestamente abusada por el padrastro en Bahía Blanca, quien denuncia que el absuelto compró al jurado. Ni preguntan a Rocío Martínez y a su marido Gino qué opinión les merece la justicia penal bonaerense luego de que el jurado popular declarara no culpable a la mujer que les disparó en repetidas oportunidades con un arma de fuego. Y a nadie le importa qué piensan de la justicia los familiares del asesinado Walter Darío Maillet, quienes repudiaron públicamente el veredicto absolutorio del jurado popular

La demagogia, cuya única preocupación son las encuestas, ha invadido todos los ámbitos. Ahora le tocó el turno a la administración de justicia. El juicio por jurados no ha sido ideado para “afianzar la justicia” como manda el Preámbulo de la Constitución Nacional, sino para contentar a la gente (en realidad, someter a la gente) y exhibir una imagen positiva de la justicia, sin importar que el juzgamiento de los delitos sea de inferior calidad.