9/7/13

Los pro y los contra del juicio por jurados

Por Argentina sin Juicios por Jurado

El juicio por jurados no tiene ningún pro, son todos contra

Es natural que los ciudadanos en general y los estudiantes y abogados en particular indaguen sobre los pros y contras del juicio por jurados. Se trata de un modo normal de examinar las cosas: todo instituto, para ser mejor, debe tener más ventajas que desventajas. Es por ello que, a continuación, responderemos a esta demanda, indicando nuestra razonada visión sobre lo nulo que el juicio por jurados tiene a favor y lo mucho que tiene en contra.

PRO: El juicio por jurados sería, en la opinión de sus promotores, un instituto que mejora la calidad de la justicia.

CONTRA: Es impensable que el jurado brinde una mejora en la calidad de la administración de justicia. Los juicios por jurado son mucho más proclives al error judicial que los juicios por jueces letrados. Los juicios por jurados son 5 veces más lentos y 3 veces más caros. Si todos los juicios criminales se tuvieran que hacer por jurados, los procesos se dilatarían de modo tal que pocas veces se arribaría a un veredicto. En todos los lugares en que se ha implementado ha deteriorado la calidad de la justicia penal. De hecho, ya colapsó el juicio por jurados en la provincia de Buenos Aires. Por último, un fallo (sea condenatorio o absolutorio) que carece de fundamentos, nunca podría brindar una mejor justicia, sino pura arbitrariedad.

PRO: Con el juicio por jurados, supuestamente, los delincuentes dejarían de “entrar por una puerta y salir por la otra”.

CONTRA: El juicio por jurados, en realidad, sólo favorece que los delincuentes “entren por una puerta y salgan por la otra, por la ventana, por la medianera y por los tejados”. Y eso es avalado por las estadísticas, que demuestran que los jurados no son más severos que los jueces. Ante todo, porque las leyes de juicio por jurados discriminan a las víctimas. Por otro lado, un jurado, que siempre es lento, hace que no se llegue a penas firmes, y la falta de penas firmes obliga a excarcelar a los imputados (que gozan de la presunción de inocencia). Además, el jurado decide sobre la culpabilidad del reo, pero esa decisión será controlada por los jueces (por lo cual nadie va a quedar preso, si actualmente no quedaría). En cambio, a las absoluciones de los jurados nadie las puede revisar (ni el fiscal, ni la víctima o sus familiares). Sin contar con que el jurado no decide nada sobre el monto de la pena a imponer, ni sobre la prisión preventiva de los encausados, los beneficios de la ejecución de la pena o la procedencia (o no) de las libertades condicionales. Lo único que el juicio por jurados podría favorecer es la impunidad.

PRO: El juicio por jurados, en teoría, devolvería el “sentido común” al juzgamiento penal.

CONTRA: El sentido común es falible. Ofrece un análisis superficial de los casos, sin profundidad analítica, sin rigor científico, generalmente incompleto o falso, que se traduce en el recurrente y fatídico error judicial. Tanto España, como Estados Unidos e Inglaterra ofrecen los más variados y disparatados ejemplos de juzgamientos erróneos por parte de los jurados. El “sentido común”, aplicado a cualquier campo de la actividad humana, es enemigo de la verdadera ciencia. No se puede curar con sentido común, ni construir puentes, ni reparar autos, ni fabricar herramientas, ni pilotear aviones. El sentido común tampoco sirve para juzgar personas.

PRO: El juicio por jurados favorecería, según sus promotores, la transparencia de la justicia.

CONTRA: Un veredicto que no se funda, en el cual el jurado no expresa “cómo” ni “por qué” llegó a su decisión, lejos de ser transparente es absolutamente inaccesible, es completamente arbitrario. ¿Quién diría que un debate parlamentario secreto es más transparente? ¿Quién diría que un decreto presidencial infundado es más transparente? Pues bien, el voto del jurado es secreto e infundado. El voto del jurado, si se quiere, es arbitrario, oscurantista, siniestro, o cualquier otro calificativo imaginable que sea contrario a “transparente”.

PRO: El juicio por jurados, en apariencia, acercaría a la gente a la administración de justicia.

CONTRA: Luego de un primer entusiasmo colectivo (que produce cualquier novedad), la población se harta de tener que realizar una tarea que lo perjudica en su vida cotidiana y que, en realidad, debería realizar el Estado. La realidad es que, en los países donde el juicio por jurados ya tiene años (y no muchos), los ciudadanos no se presentan a las convocatorias u ofrecen las más insólitas excusas para no ser jurados. Es una realidad que los ciudadanos, en su mayoría, no quieren ser jurados, por motivaciones varias: no se sienten capacitados para juzgar; no tienen tiempo ni ganas de realizar una tarea que no les corresponde; tienen miedo a represalias; etcétera. Hay muchas personas que sufren estrés al tener que transformarse en juzgadores. En el seno del jurado se producen debates acalorados que pueden volverse agrios y frustrantes para los participantes. Los jueces están preparados para sobrellevar la crítica y el cuestionamiento de quienes han quedado disconformes con el fallo (lo normal es que siempre alguien quede disconforme). En cambio, para los jurados el reproche y acoso de los familiares del imputado o de la víctima se transforma en un infierno.

PRO: El juicio por jurados da la apariencia de ser el sistema más democrático para la administración de justicia penal.

CONTRA: La democratización de la justicia penal a través de los jurados es una falacia. El juicio por jurados es el sistema más antidemocrático existente. Así como nadie en sus cabales afirmaría que es democrático designar presidente, legisladores, gobernadores o intendentes por sorteo en el padrón electoral, es absolutamente insensato afirmar que es democrático designar a los jueces de tal modo.

Como se ve, el juicio por jurados no tiene ningún "pro". Lo único que ofrece son numerosos "contra". Empeora la calidad de la justicia y la hace menos transparente, promueve la impunidad y el error judicial y perjudica a la gente con un sistema absolutamente costoso, burocrático y antidemocrático. Se trata de un enorme mito creado para implantar el sistema de administración de justicia penal más oscurantista, retrógrado y antidemocrático del mundo.

Juicio por jurado: definición

Por Argentina sin Juicios por Jurado

Definición nominal del jurado (diccionario en inglés)

Quienes por primera vez se interiorizan en el tema del juicio por jurados, se preguntan: ¿qué es el juicio por jurados? ¿en qué consiste? Es decir, procuran obtener una definición de lo que es este polémico sistema de juzgamiento.

Al juicio por jurados, en materia penal, tradicionalmente se lo define como el sistema de juzgamiento penal llevado a cabo por un conjunto de personas sorteadas entre la población.

Se trata de una descripción ajustada del fenómeno, pero absolutamente acrítica. Como definición para la Wikipedia es útil, pero no nos ofrece nada de interés.

Más ilustrativas son las definiciones más incisivas de ciertos pensadores, porque ellas revelan lo más relevante del juicio por jurados: que al dejarse la labor de juzgar en manos de personas sin conocimiento alguno sobre la ciencia penal y sin ninguna experiencia en los estrados judiciales, son enormemente propensos al error judicial.

Ambroce Bierce nos dice que el jurado es un cierto número de personas designadas para ayudar a los abogados a impedir que la ley degenere en justicia.

Esta definición del jurado pone de relevancia uno de los caracteres principales de este desaconsejable y perverso sistema de juzgamiento: que en el juicio por jurados la justicia del caso no juega ningún papel.

La función del fiscal no es la de procurar la justicia del caso, sino la de acusar. Su misión es la de lograr la condena del acusado (de otro modo no hubiera llegado a la instancia de enjuiciarlo). La función del abogado defensor tampoco es la de arribar a la justicia del caso, sino que su cliente sea declarado "no culpable" (es lo que le dará satisfacción, prestigio y mayores ingresos).

¿El jurado popular puede garantizar la justicia? Difícilmente, por una sencilla razón: ¡el jurado es seleccionado por el fiscal y el defensor! Cuando el defensor y el fiscal "seleccionan" al jurado, lo que pretenden no es justicia, sino ganar el caso. No eligen buenos jueces: eligen las personas que estiman más inclinadas a brindarles el veredicto que buscan. ¿Y la justicia? Bien, gracias…

Un grupo de personas sin conocimientos sobre derecho penal y sin experiencia en la tarea de juzgar, se encuentran en condiciones poco propicias para juzgar. Es irrazonable pedirles que juzguen sobre la justicia de cada caso, porque la desconocen. A lo sumo, lo único que podrán lograr es determinar qué abogado les resulta más convincente.

Es precisamente por lo expuesto que Garland Pollard define al jurado como doce hombres escogidos para juzgar cuál es el mejor abogado.

¡Qué triste para cualquier sociedad que se precie de civilizada!


Los jurados examinan los abogados, y no la prueba

La subversión de la tarea de juzgar es palmaria. En vez de colocar el juzgamiento en manos de personas capacitadas y experimentadas, se lo coloca en manos de personas seguramente muy idóneas para realizar las tareas a las que se dedican a diario, pero que no tienen conocimiento alguno, preparación o experiencia en los temas tocantes a la justicia.

El derecho penal es una ciencia muy sofisticada. Tanto como cualquier otra. Por eso el juicio por jurados es exactamente igual que poner las intervenciones quirúrgicas o los diagnósticos médicos en manos de un jurado sorteado en el padrón electoral. A los jurados se los obliga ha realizar una función para la cual no se encuentra capacitados.

No por nada el Dr. Julio César Strassera sentenció: el juicio por jurados es curanderismo jurídico.

Más claro… ¡imposible!

Alguien dirá: “la justicia del caso está garantizada por los fundamentos del fallo. Pero allí es donde se alza el obstáculo más importante para la justicia: los jurados condenan y absuelven sin decir por qué. Nadie nunca puede saber si han juzgado bien o mal, porque nunca expresan por qué juzgan como lo hacen.

¡Es el crimen perfecto! Si se asesina a la justicia, nadie jamás podrá saberlo porque el jurado no explica por qué condena o absuelve. Hay que tener fe en que el jurado nunca se equivoca. Se trata de ¡creer o reventar! Es por eso que he denunciado que con el juicio por jurados se pone la justicia penal en manos de 12 déspotas.

Entonces, válidamente podríamos definir al juicio por jurados es arbitrariedad, arbitrariedad, arbitrariedad… y así hasta doce veces.

No hay más que fijarse que si doce personas se juntan en un café y juzgan a una persona de modo absurdo, diremos que son unos diletantes. Pero si esos mismos doce forman parte de un jurado… ¡Oh sorpresa! ¡Son la viva encarnación de la justicia!

Mucha razón tiene Mark Twain cuando nos alerta: el jurado es la institución más ingeniosa e infalible para derrotar a la justicia que la sabiduría humana ha podido inventar.

La mejor definición de juicio por jurado creo que sería: un linchamiento público con formalidades legales. ¡Ojalá algún día la Real Academia Española haga suya esta definición! O mejor aún: ¡Ojalá que algún día desaparezca la definición del juicio por jurados junto con su abolición en todo el mundo, por ser el sistema de juzgamiento penal más oscurantista, retrógrado, despótico y antidemocrático!

Juicio por jurados en Estados Unidos

Por Argentina sin Juicios por Jurado

Henry Fonda y el reparto del Film "12 hombres en pugna"

El juicio por jurados (Trial by Jury) se ha hecho mundialmente famoso porque es el sistema de juzgamiento utilizado en Estados Unidos. Los procesalistas de otros países no se han podido sustraer a la moda que proviene del gran país del norte. La propaganda que realiza Hollywood es difícil de resistir.

Películas como Doce hombres en pugna o Doce hombres sin piedad (según el país de habla hispana) y series como La ley y el orden han hecho creer al mundo que el juicio por jurados es la panacea a todos los problemas de la justicia penal. Han instalado que este sistema de juzgamiento es maravilloso, cuando la verdad es que se trata del más perverso, primitivo, oscurantista y antidemocrático sistema jamás concebido.

Reparto de la serie "La ley y el orden"

El juicio por jurados es un rutilante fracaso en los Estados Unidos. Es un buen sistema para ser representado por actores en peliculas y series (por su teatralidad), pero inútil para garantizar la justicia. Únicamente el enorme poderío económico de ese país hace posible que el sistema de jurados se mantenga con algo de vida. Se trata de un sistema extremadamente costoso (en el mejor de los casos, unas cinco veces más caro) y extremadamente lento (en el mejor de los casos unas tres veces más lento).

El número de delitos que son enjuiciados por jurados es el más bajo de todo el mundo (de 1% a 3% de los casos). Un sistema que se aplica a ese porcentaje de hechos es un fracaso de taquilla. El resto de los casos se solucionan con “arreglos”, que en algunos casos son verdaderas amnistías y, en otros, perversas extorsiones que coacciona a inocentes para que se declaren culpables de hechos que no han cometido.

Son numerosísimosos los errores judiciales que han suscitado los jurados en EE.UU. Unos pocos casos célebres como el de O. J. Simpson, o casos históricos como el de Sacco y Vanzetti, han alcanzado la publicidad. La mayoría de los errores han sido pagados en prisión por personas inocentes. El intenso trabajo de ONGs contra los errores de justicia en Estados Unidos (p.ej., The Innocence Project) son la más evidente muestra de los desastres que causan los jurados sobre personas inocentes.

La inocultable verdad es que Estados Unidos es el país con el derecho penal más primitivo del mundo occidental. Es un hecho irrefutable que no existe un solo libro importante sobre "teoría del delito" escrito en ese país, porque la valiosa e imprescindible ciencia penal ha sido abortada por el juicio por jurados.

Estados Unidos, en materia penal, se encuentra en una suerte de medioevo científico. Esto es el obligado resultado del juicio por jurados: cuando juzga cualquiera, la ciencia penal se vuelve innecesaria, los libros superfluos y las universidades estériles. ¿Para qué estudiar, enseñar y aprender derecho penal si a ese saber nadie lo va a aplicar?

El derecho penal estadounidense es más primitivo, culpa del juicio por jurados

No todo lo que proviene de Estados Unidos es bueno. No lo es el juicio por jurados. Europa y América Latina han desarrollado una importantísima ciencia penal que, por culpa de los jurados, Estados Unidos no ha podido capitalizar. Estados Unidos es, sin duda, un país a imitar en muchos aspectos. Pero en materia penal, es el peor de todos. En materia penal, es Estados Unidos el que nos debería imitar a nosotros.

Jurado popular en España

Por Argentina sin Juicios por Jurado

El ordenamiento jurídico español ha tenido la desgracia de empeñarse con el instituto del jurado popular. La invasión cultural norteamericana, a través de los filmes de Hollywood, logró en España la implantación de los jurados populares. El resultado salta a la vista en las constantes y reiteradas crónicas de injusticia e irracionalidad que refleja la prensa de ese país.

Reparto de la versión española (1973) del filme norteamericano "12 hombres sin piedad"

En España el fracaso del juicio por jurado no pudo ser más dramático, siendo todos los informes extremadamente críticos.

En menos de diez años de aprobada la ley de juicio por jurado, ya era una institución avocada a su desaparición. No es para menos, teniendo en cuenta la cantidad de horrores judiciales que dieron origen.

El más célebre de todos los errores judiciales ha sido el caso Wanninkhof, en el que una mujer (Dolores Vázquez) fue injustamente condenada de matar a Rocío Wanninkhof (hija de su ex-pareja Alicia Hornos) sobre la base de ninguna prueba, debido al clamor popular existente y el circo que los medios de comunicación montaron alrededor del caso (luego fue atrapado el verdadero autor: Tony Alexander King). Ha sido una verdadera vergüenza para la tan prestigiosa justicia española y la más cruda demostración de la absoluta incapacidad de los jurados populares para juzgar rectamente.


Pero los casos se multiplican:
el
caso José María D. S.,
el
caso del Magrebí,
el
caso de Daniel Peña,
el
caso del crimen del Carvi,
el
caso del crimen de Tafalla,
el
caso Piñeiro Rial,
el
caso del crimen del séptimo piso, etcétera.

Tan lamentable ha sido el desempeño de los jurado en España que cotizan en baja, carecen de credibilidad, son objeto de duras críticas y permanentemente son puestos en tela de juicio.

El juicio por jurado ha sido rechazado incluso por miembros del jurado. Actualmente se celebran cada vez menos y legislativamente se procura limitar al máximo su aplicación (paso previo a su eliminación).

El prestigio de la justicia penal española está avalado por la sólida y sostenida labor de sus tribunales letrados y de sus excelentes juristas.

La inmensa fama del derecho penal español se sostiene en nombres como el de Luis Jiménez de Asúa, César Camargo Hernández, Juan del Rosal, José Cerezo Mir, Eugenio Cuello Calón, Enrique Bacigalupo, José María Rodríguez Devesa, Enrique Gimbernat Ordeig, entre otros muchos.

La infamia de los juicios por jurados hace agravio a estos excelsos juristas. Y hace agravio a la brillante ciencia penal española.

6/7/13

El juicio por jurados es oscurantista

Por Argentina sin Juicios por Jurado

Jueces vs. jurado = Ciencia vs. ignorancia

El derecho penal es una ciencia apasionante y bien compleja que ha ocupado siglos de arduo y fecundo estudio. Poco se aprende de ella con la mera lectura del código penal o escuchando un par de instrucciones brindadas por los jueces a los jurados populares.

Es natural que los procesalistas de poca monta defiendan el juicio por jurados porque saben poco y nada de la “teoría del delito, o directamente no les interesa su estudio. Olvidan (o quieren olvidar) que el derecho procesal es un derecho de forma (ciencia subordinada), cuya única, verdadera y excelsa finalidad es aplicar el derecho de fondo (ciencia principal) para que impere la justicia en la sociedad.


Con el juicio por jurados se atenta contra la ciencia penal de fondo, porque la teoría del delito se transforma en algo inútil (que no conocen los que juzgan) y, de este modo espurio, las formas y los ritos (y no la ciencia penal) es lo único que queda. La justicia penal se convierte en una cáscara sin contenido: es puro proceso. ¡He aquí el sueño de los procesalistas mediocres!


Los especialistas en derecho de fondo (junto con los procesalistas de fuste) repudian enérgicamente el retrógrado sistema de juzgamiento a través de jurados. Ellos saben que si juzga cualquiera, a la larga o a la corta se muere la ciencia penal y, con ella, los beneficios de la civilización.


¿Alguna vez se ha visto un libro de “teoría del delito” escrito en Reino Unido o en EE.UU.? Por supuesto que no, porque en esos países no existe la ciencia penal, ya que fue abortada por el juicio por jurados mucho antes de poder nacer.


Toda la cuestión se trata, en última instancia, de la eterna lucha entre la luz y la oscuridad, entre la ciencia y la ignorancia, entre la civilización y la barbarie, entre la razón y la irracionalidad.


Los jueces estudian la “teoría del delito” para poder impartir justicia mediante el uso de los valiosos conocimientos que brinda la ciencia penal. Así es como el saber se pone al servicio de la justicia. No es otra cosa que el iluminismo en su estado más puro. Se trata de la incansable vocación humana de evolucionar a través de la ciencia para lograr cada día una sociedad más sabia, justa y civilizada.


Los jurados, en la vereda opuesta, carecen de la preparación y experiencia necesaria. Esa inexperiencia y falta de conocimientos se pone al servicio de la injusticia. El imperio de la inexperiencia y falta de conocimientos es oscurantismo puro y del peor. Es el retroceso de la ciencia. Es una lamentable involución para la sociedad. Es el fracaso de la civilización.